lunes, 22 de septiembre de 2014

       Acabo de acordarme de un juego al que solian jugar los artistas surrealistas en los años 20, Cadaver exquisito. 

Se trataba de coger una hoja de papel, doblarla en tantas partes como jugadores haya, empezar un dibujo y dejar una pequeña parte para que el siguiente jugador siga, solo a partir de esa muestra.

Lo que he acabado pensando es que cada uno de nosotros somos un cadaver exquisito. Llegamos a los demas mostrando solo las piezas que conseguimos salvar del caos anterior, y a partir de esas piezas la otra persona construye una realidad a medida. 

Al final todos acabamos siendo un dibujo con poco sentido y menos coherencia. 

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